En nombre de un equipo se embarró de sangre una vez más el balón, una luz se apagó en el camino y es Walter Oyarce el saldo de la negligencia de quienes conducen el balompié peruano. Pero de quién es la verdadera culpa de este hecho que enluta el corazón de una familia, ¿Hasta dónde llega la pasión del fútbol?
El pasado 24 de setiembre se vivió el ansiado clásico. Los equipos de fútbol, Universitario de Deportes y Alianza Lima, tenían una cita pactada y sus barras e hinchas no faltarían al encuentro. El encuentro se llevó como siempre; con violencia.
Los policías brindaban seguridad, pero esta resultó ineficaz. Al término del partido una pelea entre supuestos hinchas en los palcos no llamó mucho la atención hasta que un cuerpo se vio caer, era el joven barrista del equipo blanquiazul, Walter Oyarce, quien murió rumbo al hospital al caer a la tribunas de un palco del estadio de Monumental.
Se habla que ambos participantes de este gresca estaban ebrios y drogados, y que por “casualidad” se pudo caer el joven Walter Oyarse, pero seamos sinceros. Cómo ingreso el alcohol; ya se conoce, pero el hecho es que se desató una funesta gresca y un hombre falleció, no importaba de que equipo era. Aquí el problema es que un joven murió por tener una camiseta distinta al otro.
Luis Roque Alejos “El Cholo Payet”, David Sánchez “el Loco David”, Jorge Montoya “Calígula” Richard Valverde “Negro Ampilio” son solo algunos nombres que no cansa de repetir la prensa en una suerte de ruleta rusa en conocer a los homicidas.
Al conocer el grado de violencia que este partido podía generar ¿Por qué no se tomaron las previsiones del caso? Según comentan algunos dueños de palcos del Monumental, el término de “propiedad privada” no se explica de manera clara.
Los dirigentes del equipo crema aseguran que este hecho no les compete ¿No les incumbe el hecho que un joven falleció producto de una gresca en su estadio?
Se cerró la cancha, el Monumental no abrirá sus puertas para los hinchas, pero es esta una medida que realmente asegure un cambio. Cuando una persona es asesinada en alguna calle, esta no es cerrada, sencillamente es inviable.
El hecho de una muerte producto de un barrista resultaría fortuito, pero esa no es nuestra triste realidad. Paola Vargas Ortiz, una joven estudiante de contabilidad fue empujada desde una coaster en movimiento el 25 de octubre de 2009. El hecho resultó en una condena de 18 años de cárcel para el joven barrista de Universitario de Deportes, Rony Ramos Pérez.
La realidad de las “barras bravas” es mucho amplia de lo que imaginamos, y sumados a un grupo de negligentes autoridades que no velan por la seguridad de quienes asisten a la cancha a alentar a su equipo da el trágico resultado que dejó el 24 de setiembre. Pero, como el caso de Paola Vargas, el problema no radica en la cancha sino es una sociedad que se niega a reconocer los problemas sociales que debe enfrentar.
“Si hubiera sabido que la historia del fútbol, acabaría así no hubiera quería ser parte de ella”, tristes palabras del “Nene Cubillas”, Teófilo Cubillas, pero basta más que eso para acabar con estos actos de violencia.
Estamos frente a un grupo de jóvenes, quienes en un amor enfermizo a una camiseta llevan a insultar a otros, menospreciándolos y finalmente asesinando si en caso fuera necesario.
Tenemos la suerte de estar vivos, pero no sabemos cuándo ni dónde, daremos nuestro último aliento. Para cambiar estos actos delictivos, tenemos que realizar un mea culpa, porque si las “barras bravas” existen es porque nosotros como sociedad, no estamos realizando las cosas bien. El Estado debe prestar más atención a los actos de violencia que se sucintan diariamente en nuestro país; más de atención de los padres hacia los hijos; tú como hincha ¿Cuál es tu comportamiento? No sirve de nada juzgar si antes juzgarse uno por sus actos
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Walter Oyarce asesinado a sus 23 años
El pasado 24 de setiembre se vivió el ansiado clásico. Los equipos de fútbol, Universitario de Deportes y Alianza Lima, tenían una cita pactada y sus barras e hinchas no faltarían al encuentro. El encuentro se llevó como siempre; con violencia.
Desde los palcos del estadio Monumental se lanzó a las tribunas: pintura, basura
y otros elementos cargados de fétido olor. Hinchas enardecidos solo vituperaban insultos dado que subir a los palcos sería “imposible”.
Los policías brindaban seguridad, pero esta resultó ineficaz. Al término del partido una pelea entre supuestos hinchas en los palcos no llamó mucho la atención hasta que un cuerpo se vio caer, era el joven barrista del equipo blanquiazul, Walter Oyarce, quien murió rumbo al hospital al caer a la tribunas de un palco del estadio de Monumental.
Se habla que ambos participantes de este gresca estaban ebrios y drogados, y que por “casualidad” se pudo caer el joven Walter Oyarse, pero seamos sinceros. Cómo ingreso el alcohol; ya se conoce, pero el hecho es que se desató una funesta gresca y un hombre falleció, no importaba de que equipo era. Aquí el problema es que un joven murió por tener una camiseta distinta al otro.
Luis Roque Alejos “El Cholo Payet”, David Sánchez “el Loco David”, Jorge Montoya “Calígula” Richard Valverde “Negro Ampilio” son solo algunos nombres que no cansa de repetir la prensa en una suerte de ruleta rusa en conocer a los homicidas.
Luis Roque Alejos"Cholo Payet"
Al conocer el grado de violencia que este partido podía generar ¿Por qué no se tomaron las previsiones del caso? Según comentan algunos dueños de palcos del Monumental, el término de “propiedad privada” no se explica de manera clara.
Los dirigentes del equipo crema aseguran que este hecho no les compete ¿No les incumbe el hecho que un joven falleció producto de una gresca en su estadio?
Se cerró la cancha, el Monumental no abrirá sus puertas para los hinchas, pero es esta una medida que realmente asegure un cambio. Cuando una persona es asesinada en alguna calle, esta no es cerrada, sencillamente es inviable.
El hecho de una muerte producto de un barrista resultaría fortuito, pero esa no es nuestra triste realidad. Paola Vargas Ortiz, una joven estudiante de contabilidad fue empujada desde una coaster en movimiento el 25 de octubre de 2009. El hecho resultó en una condena de 18 años de cárcel para el joven barrista de Universitario de Deportes, Rony Ramos Pérez.
La realidad de las “barras bravas” es mucho amplia de lo que imaginamos, y sumados a un grupo de negligentes autoridades que no velan por la seguridad de quienes asisten a la cancha a alentar a su equipo da el trágico resultado que dejó el 24 de setiembre. Pero, como el caso de Paola Vargas, el problema no radica en la cancha sino es una sociedad que se niega a reconocer los problemas sociales que debe enfrentar.
“Si hubiera sabido que la historia del fútbol, acabaría así no hubiera quería ser parte de ella”, tristes palabras del “Nene Cubillas”, Teófilo Cubillas, pero basta más que eso para acabar con estos actos de violencia.
Estamos frente a un grupo de jóvenes, quienes en un amor enfermizo a una camiseta llevan a insultar a otros, menospreciándolos y finalmente asesinando si en caso fuera necesario.
Tenemos la suerte de estar vivos, pero no sabemos cuándo ni dónde, daremos nuestro último aliento. Para cambiar estos actos delictivos, tenemos que realizar un mea culpa, porque si las “barras bravas” existen es porque nosotros como sociedad, no estamos realizando las cosas bien. El Estado debe prestar más atención a los actos de violencia que se sucintan diariamente en nuestro país; más de atención de los padres hacia los hijos; tú como hincha ¿Cuál es tu comportamiento? No sirve de nada juzgar si antes juzgarse uno por sus actos
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